DALIA
Desde el norte del estado de GuerreroCaminando juntos.
Hace tres años caminé por esas mismas calles, bajo ese mismo sol de cuaresma, polvo y viento. Caminé a tu lado.
Ayer lo hice nuevamente, pero esta vez detrás de ti, siguiendo tus pasos, los últimos. Pero tal como aquella vez, no fui sola, a mi lado iban más, iban muchos.
Desierto de los Leones
La navidad pasada visité el ex-Convento del Desierto de los Leones, al sur del Distrito Federal. Me sorprendió ver el perfecto estado que guarda el lugar, así como lo limpio del bosque (cosa rara en estos días)
Excelente opción para pasar un día en familia en medio de la naturaleza.
P. D. También puedes comprar recuerdos, comer o tomar un delicioso y caliente café de olla.
Solos Contra el Mundo
No resulta desconocida para ninguno de nosotros la terrible situación que viven los palestinos en la Franja de Gaza, con los incesantes ataques por parte del gobierno isralí. Muchos solo nos contentamos con creer lo que en los noticieros nos dicen (por supuesto sólo lo que quieren decirnos); algunos otros vamos más allá y por nuestra cuenta nos allegamos de la información, sin embargo y a pesar de que en la actualidad estamos inundados por un sin número de medios de comunicación y herramientas para conocer (al menos de oídas) todo aquello que ocurre a nuestro al rededor, aun existen personas que transitan por este mundo indolentes e indiferentes. ¿No es triste?, pensar que guerras han iniciado y con ellas miles de vidas han acabado y, aquellos no se han enterado.
SOLOS CONTRA EL MUNDO (The Bubble), es una película que narra la lucha y el anhelo de jóvenes israelíes por lograr la paz, el respeto y la tolerancia entre judíos y árabes, pero también, dentro del contexto de la lucha y la hostilidad entre Israel y Palestina, encontramos la historia de amor entre Noam, un soldado de la Guardia Nacional israelí y Ashraf, un joven palestino, quienes no sólo tedrán que superar el hecho de que pertenecen a lugares distintos; sino que además, viven en una sociedad en la que reina la intolerancia y la discriminación.
Hace un año…
Hace apenas un año vagaba del brazo de mi amor por las calles de Paris.
El frío comenzaba a sentirse con una leve insinuación para los nativos, pero para nosotros era una extremosa composición de viento helado, sol quemante, lluvia tardía y eternos abrazos.
La estancia se prolongó más de lo esperado. La hospitalidad de Jean Luck nos cobijó en el último piso de aquel edificio de departamentos ubicado a unos pasos de la salida del metro Guy Môquet.
La increible experiencia de sentirse parte de ese viejo mundo jamás la olvidaré.
Por la mañana un baño caliente, después en la pequeña cocina -que es apenas un poco más grande que el baño- un desayuno preparado por nosotros mismos con los víveres que habíamos comprado en el «Champion» (una tienda de autoservicio con carritos muy simpáticos para echar lo que uno va comprando y con básculas que tienen una placa con las imágenes de las frutas y verduras que ahi se venden y que al colocar el producto en la base, uno debía apachurrar la imagen que correspondía y automáticamente se imprimía el ticket adhesivo con los gramos, el precio del gramo y el total) Después nos alistábamos para salir. Siempre era más sencillo bajar esos nueve pisos que subirlos.
Entrábamos a la estación del metro y parados frente al enorme mapa de las líneas buscábamos la de nuestro destino.
Después era ver, caminar y disfrutar de todo cuanto nos ofrecía aquella ciudad.
Inválidos, El Panteón, El Parque de Luxemburgo, Notre Dame, El Sagrado Corazón, El Arco del Triunfo, La Torre Effiel, la fuente de San Miguel Arcalgel, La Sorbona (por dentro), La casa de Victor Hugo, el museo de Louvre (solo la sala de pintores italianos y Egipto), y, por supuesto Campos Eliseos.
Un viaje maravilloso, en el mejor momento de mi vida.
No sé si algún día podamos repetir esa experiencia, pero sé que me bastan mis recuerdos y el centenar de fotografías para revivirla a diario.
Hablando sola.
¿Quien se robó en una ráfaga la quietud de mi ciudad?
¿Quién interrumpió el sueño del bebé que dormía en su cuna; quién hizo que en su mente quedara registrado, al lado del canto de su madre, el estruendo aterrador de una ametralladora?
¿Quién decoró las fachadas coloniales con boquetes de bala?
¿Quién mezcló con sangre el agua de la lluvia de esa madrugada?
¿Quién entonó los aullidos de los perros?
¿Por que?
Las respuestas las conozco todas; no soy la única que lo sabe…
Morí por la belleza
Morí por la Belleza, pero apenas acomodada en la Tumba, Uno que murió por la Verdad yacía En un cuarto contiguo Me preguntó en voz baja por qué morí. –Por la Belleza –repliqué– –Y yo por la Verdad –Las dos son una– Somos Hermanos –dijo– Y así, como Parientes, reunidos una Noche Hablamos de un cuarto a otro– hasta que el Musgo alcanzó nuestros labios y cubrió nuestros nombres. E. Dickinson
COINCIDENCIAS
Hace un par de días conversaba con una amiga acerca de un hombre. Uno verdaderamente interesante. Lleno de talento, de pasión y de una infinidad de sentimientos que, tanto a hombres como a mujeres ha fascinado. Cuando nos dimos cuenta que a las dos nos «atraía» el mismo hombre nos dio mucho gusto (contrario a lo que ocurriría en una situación ordinaria). Al parecer tenemos muchas cosas en común… Mario Benedetti. Ese es el nombre del hombre. Debo decir que no me considero una gran conocedora de la poesía -mas bien diría que soy bastante ignorante- sólo sé que me gusta. Me gusta como me gusta ver llover, caminar en el campo o ver una buena película. Pero leer a Benedetti hace que las cosas vayan más allá. A Benedetti lo escuché por primera vez en voz de Nacha Guevara, la mezzosoprano argentina. Una mancuerna excelente. Por un lado la poesía maravillosa del uruguayo y por la otra la voz inconfundible de la irreverente mujer. Muchas veces me he preguntado, al estar leyendo o «escuchando» a Mario Benedetti, qué tanto necesitaría yo vivir para acercarme aunque sea un poco a lo maravillosamente extraoridinario de su escritura. ¿Cómo podría yo expresar con tanta claridad todo aquello que encierra mi mente, lo que mis ojos capturan, lo que mis manos palpan, lo que mi corazón me exige? Cuando leo TE QUIERO veo entre líneas a mis amigos. Mis amigos que trabajan por la justicia; que a través de su boca gritan rebeldía; veo a los que de verdad son el pueblo, los que luchan porque la gente viva feliz, si, feliz aunque no tengan permiso. O bien, cuando leo ¿DE QUÉ SE RÍE?… ahhhh cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. ¿No es acaso ese poema una biografía no autorizada de nuestros gobernantes? ¡¡Ahh Mario!! entraste en mi corazón y te robaste mi sentir, dejándome incapaz de decir las cosas como las dices tu.
DALIA 
